"Turbocapitalismo" Eduard Luttwak (1ª ed. 1998)

viernes, 12 de febrero de 2010

Turbocapitalismo. Quienes ganan y quienes pierden con la globalización es un libro en el que se expresan con claridad meridiana los fundamentos y consecuencias de este movimiento político predominante en nuestros días.

Frente al protagonismo de la globalización, uno de sus pilares fundamentales, hay otros dos más ocultos y mucho más importantes: la privatizacion y la desregulación. Sobre estas bases se transforman las sociedades al servicio de una nueva economía implacable, una economía que las disgrega en individuos y encuadra a cada uno de ellos en uno de los tres grupos que produce la tradición calvinista subyacente: ganadores, perdedores y excluidos.

Los tres grupos se han ganado lo que tienen, pero los del tercero no lo aceptan y se rebelan, y en consecuencia deben ser cuidadosamente dejados al margen del sistema, preferiblemente encarcelados.

Hay multitud de pasajes notables: el prohibicionismo compulsivo de una sociedad formada por individuos sometidos a una inseguridad total, la caracterización de la economía rusa, en que se huye de arquetipos y se pone de manifiesto la formidable potencia de su economía real y el hecho de que el peso de las mafias también ha sido considerable en otras economías en tiempos de crisis (alemania e italia de la posguerra)...

También es reseñable la lectura sobre la gestión de la crisis japonesa que, lejos de ser un fracaso, medida con los parámetros tradicionales de crecimiento, ha sido un éxito si nos atenemos a la prioridad del sistema japones, que es el mantenimientodel empleo.

Con todo, si tuviera que elegir una cita, aquí tenemos una notable predicción (pag. 231):

Con todo, es innegable que el déficit de información de las finanzas globales realiza su propia contribución gratuita a los desórdenes periódicos de las finanzas de Rusia y de otros muchos paises.

Cada vez que eso ocurre, se retiran precipitadamente fondos que tal vez habrían sido altamente productivos y se suben las tasas de interés más allá del nivel en que deberían estar, con lo que se trastoca el equilibrio de las finanzas públicas y se perjudica a los prestatarios privados, quiza hasta el punto de llevarlos a la bancarrota. A veces los efectos son más graves: pequeñas crisis se transforman en crisis grandes y crisis grandes en otras aún mayores. En un futuro más o menos cercano, un efecto domino desastroso - quiza debido a una mala información - provocará la bajada de Wall Street junto con otros mercados financieros grandes y sólidos que atemorizara ligéramente a los inversores y a los solicitantes de pensiones en el mejor de los casos o provocará una recesión global en el peor de ellos. Al no tener fin la ignorancia natural y al ser los mercados intrínsecamente inestables, la única solución posible es la creación de algún tipo de organización de observación dotada de poderes para intervenir inmediatamente. Cada mercado financiero nacional está sujeto a algún tipo de supervisión oficial a menudo estricta, y cada mercado de valores y de mercancias independiente está sujeto al control de una autoridad con poder, entre otras cosas, para paralizar el comercio en momentos de pánico completamente irracional. Irónicamente, el único mercado financiero que no tiene supervisión oficial ni autoridad que lo controle es el global, el más vulnerable a la mala información y a la histeria. No puede durar sin que bien ocurra un desastre mayúsculo o bien se dote de algunas protecciones efectivas; o, más probablemente, sin que suceda primero lo uno y luego lo otro.

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