"Fault Lines" Raghuram G. Rajan (1ª ed. 2010)

jueves, 4 de agosto de 2011
El former chief economist del FMI nos ofrece una pieza maestra en la que podemos apreciar a un tiempo su extraordinaria clarividencia en el terreno de los análisis macroeconómicos al uso (véase, por ejemplo el apartado The cost of undervaluation, donde repasa de manera magistral la cadena casual de acontecimientos que causará la depreciación del renminbi chino) y su palmaria ceguera en lo relativo a las causas de la expansión de la pobreza en los países desarrollados.

Este libro, al margen de su contenido, constituye un vertiginoso viaje al universo mental en que se mueven las élites académicas de la Economía, su prodigiosa capacidad para alejarse de la realidad, su desvergonzada aceptación de la asimetría en los controles sobre los beneficiarios de ayudas públicas  según estas sean becas de estudio o rescates bancarios.

LAS FALLAS DEL SISTEMA

Como no puede ser menos, el universo mental de Rajan viene determinado por su peripecia biográfica. El niño indio cuyo mayor problema era conseguir chapati con los que amenizar las comidas familiares y comprar un coche en una India con una economía fuertemente dirigida, añora la abundancia de Bélgica, donde disfrutó, con su padre diplomático, de la abundancia que el libre mercado proporciona. No es arriesgado aventurar que esas experiencias personales determinan una fuerte predisposición a considerar el mercado como la solución y la regulación como el problema.

Ingeniero electrónico de formación, obtiene el doctorado en económicas por el M.I.T. con una tesis titulada "Essays on Banking". A partir de ahí, ingresa como profesor de la Booth School of Business de la Universidad de Chicago (ya sabéis: economista de agua dulce, en terminología de Krugman) y acaba siendo entre 2003 y 2007 economista jefe del Fondo Monetario Internacional, donde presenció en primera fila la preparación de la madre de todas las burbujas y, justo es decirlo, advirtió de los elevados riesgos en que estaba incurriendo el sistema financiero en un momento tan temprano como 2005, para disgusto de los señores Greenspan y Summers, que nunca vieron problema alguno y así les ha ido a ellos (extraordinariamente bien) y así nos ha ido a los demás.

No le faltan méritos al señor Rajan, ni tesón, ni capacidad, ni inteligencia, pero le ocurre aquello que dijo en cierta ocasión el escritor americano Upton Sinclair: "Es difícil que un hombre entienda algo cuando su sueldo depende de que no lo entienda".

A lo largo de 229 páginas el profesor Rajan nos explica que los países anglosajones cuentan con "transparent, contractually based, arm´s length financial systems", es decir, sistemas financieros independientes, basados en contratos y transparentes. Seguro que algún torpe no lo ha entendido: trans-pa-rent. No se puede decir más claro.

Estos sistemas (altamente eficientes y profesionales) se encuentran con problemas cuando tienen que interactuar con el poder estatal, que persigue fines, que en muchas ocasiones son disfuncionales para el sistema económico (ojalá), y con sistemas financieros de otros países, fuertemente entrelazados con los poderes industriales locales.

Rajan identifica una serie de fallas (de ahí el título) en el entramado de la economía que pueden dar lugar en el futuro a nuevos terremotos, y esas fallas son en su opinión las siguientes:
  • Las tensiones políticas internas, especialmente en USA, consecuencia del intento de paliar el empobrecimiento de una parte de la población facilitando su acceso al crédito y a la vivienda en propiedad.
  • Los desequilibrios macroeconómicos internacionales, materializados en las balanzas de pagos y consecuencia de patrones de crecimiento basados en las exportaciones.
  • Las distorsiones que se producen como consecuencia de la interacción entre sistemas financieros independientes (en los países anglosajones) y sistemas financieros integrados en conglomerados (el resto).
Muchos podríamos coincidir con este diagnóstico, si no fuera porque no lo es; todas estas fallas que el señor Rajan identifica son una sola, y más grande que la de San Andrés. Las tensiones sociales dentro de USA, la lucha por recortar la desigualdad existente entre los distintos países y el protagonismo creciente de las finanzas no son sino distintas manifestaciones de un mismo fenómeno: la creciente desigualdad que lleva a que cada vez más recursos estén en manos de cada vez menos personas y conglomerados.

SOLUCION A LA PRIMERA FALLA: TODOS FÍSICOS NUCLEARES

A partir de este diagnóstico, propio del chamanismo económico al uso, el Doctor Rajan utiliza todo el repertorio de ungüentos a su alcance para remediar la situación. Contra el hecho evidente de que una parte cada vez mayor de la población americana se está quedando al margen del sistema económico propone.... mejorar la educación. Magistral. En la mejor tradición progresista. Vamos a convertir en físicos nucleares (nucelares, como diría Homer Simpson) a todos los habitantes del Bronx y así aparecerán como por ensalmo miles de puestos de trabajo que requieran esa formación.

Desgraciadamente la evidencia del mercado de trabajo americano (y con el español ocurre lo mismo),  no apunta a que exista un déficit masivo de puestos para los cuales se requiera elevada formación. El grueso de los puestos de trabajo aparecen en sectores como comidas rápidas, comercio, y construcción, y no nos estamos refiriendo a CEOs, sino a camareros, dependientes y obreros.

De hecho si algún problema tienen los trabajadores americanos (y los españoles, si vamos a ello) es que están sobrecualficados, y para ello solo hay que echar un vistazo a un par de pasajes de un excelente libro, Turbocapitalismo. Apunta Luttwak, en una capítulo magistralmente titulado el delincuente racional, como la delincuencia se convierte en una salida razonable y de hecho la única para los excluidos ya que 
Desde finales de los años setenta los que han descendido por la escala social se han quedado con muchos de los puestos de trabajo antes ocupados por trabajadores sin cualificación. Tiempo atrás, estos trabajos con un salario mínimo representaban el peldaño más bajo de la escalera económica que permitió a algunos de los miembros de la clase de los marginados subirla. En las ciudades estadounidenses, hasta los visitantes despreocupados pueden observar este fenómeno sin demasiado esfuerzo: los camareros, los conserjes, etc. solían ser negros con poca cualificación formal, pero actualmente en su mayoría son blancos con educación secundaria o, incluso, universitaria. A medida que la transformación económica provoca el descenso por la escala socioeconómica de los empleados con una cualificación media, estos ocupan los puestos de trabajo de los que carecen de ella, a quienes se excluye por completo del mercado de trabajo. (pag. 135)
 y es que para entender la dinámica social que genera el turbocapitalismo solo hay que echar un vistazo a la distribución de los ingresos que produce, que no se limita al empobrecimiento de las capas inferiores de la sociedad sino que afecta también a las clases medias

Más allá de cualquier anécdota hay estadísticas que cuantifican la escala socioeconómica por la que toda la población y los gerentes medios bajan en la economía norteamericana. Los ingresos medios de todos los varones de entre 45 y 54 años con estudios universitarios u otro tipo de educación superior (...) llegaron a su máximo en 1972 con unos 55.000 dólares, en dólares de 1992; entonces, sus ingresos se estancaron hasta 1989, cuando un declive pronunciado los dejó en 41.898 dólares en 1992. En realidad, han actuado dos tendencias muy diferentes del turbocapitalismo: un incremento sensacional de los ingresos del 1 por ciento de gerentes más importantes y un declive de los ingresos de sus colegas menos afortunados. (pag. 78)
Como puede verse parece que no será mediante la inversión en "capital humano" (¡Todavía seguimos con eso!) como se librarán las clases bajas y medias americanas de la pobreza, ya que esta no es y no puede ser otra cosa que la otra cara de la riqueza extrema.

Un argumento generalmente aceptado dice que no nos podemos pagar los estados de bienestar, pero alguien ha apuntado acertadamente (creo que el genial Tony Judt en "algo va mal") que nunca han tenido a su disposición las sociedades desarrolladas tanto recursos como ahora. El único problema, que no es baladí, es que esos recursos escapan por completo a su control gracias a la revolución conservadora y la globalización.

SOLUCION A LA SEGUNDA FALLA: TODOS A LA CALLE

Si la solución a la primera falla que plantea Rajan es superchería pura, la solución a la segunda no puede ser más razonable, al menos aparentemente: los países desarrollados y en vías de desarrollo que se han basado en las exportaciones deben reorientar sus economías para satisfacer la demanda interna, reduciendo de esta forma los desequilibrios internacionales.

Hasta aquí vamos bien, pero cuando el señor Rajan plantea solucionar el desequilibrio de Alemania liberalizando sus servicios, muy poco eficientes, de forma que se destinen parte de sus recursos para usos más productivos se me ocurren al menos dos cuestiones que habría que tener en cuenta.

La primera tiene que ver con las ganancias de eficiencia en los servicios, que se consiguen a través de la liberalización. Algún día alguien nos tendrá que justificar las ganancias de eficiencia que se han conseguido con la liberalización de los operadores de telecomunicaciones en España, por ejemplo, y al calcular esas ganancias habrá que contrapesarlas con las pérdidas en la calidad de servicio, la imposición de precios de oligopolio y la menor generación de empleo.
La segunda cuestión es qué hacer con los alemanes extraordinariamente eficientes y productivos que se liberarán de sus improductivas ocupaciones actuales. ¿Pasarán a reforzar las industrias exportadoras, aumentando de esta forma los desequilibrios externos? ¿sería mejor convertirlos en fuerza de reserva y acercarse a tasas de paro a la española (o a la americana, que tampoco está mal)?.

SOLUCION A LA TERCERA FALLA: CAMBIAR TODO PARA QUE NADA CAMBIE

Por último, también para los problemas de distorsiones en el sistema financiero aporta el señor Rajan soluciones: fundamentalmente que el Gobierno deje de intervenir persiguiendo fines políticos con su política económica (se ve que debe perseguir fines astrológicos) y distorsionando en consecuencia el funcionamiento de un sistema financiero que es fundamentalmente eficiente.

Es cierto, para ser justo, que Rajan pone de manifiesto algunas deficiencias y cuestiones que deben ser subsanadas, y que aporta ideas de mérito, como puede ser contar con planes de disolución de las entidades o mejorar sus ratios de capital, pero todo su enfoque se basa en que la crisis se ha producido fundamentalmente por el intento del Gobierno de fomentar el crédito hipotecario, especialmente a las clases desfavorecidas.

Eso sí, a pesar de que el papel nocivo de la intervención gubernamental aparece claramente a lo largo de todo el libro como la causa central de la crisis, en la página 176 podemos leer: 
...we must acknowledge that even with the best incentives in the world, a combination of mistakes, irrational beliefs, and sheer bad luck could plunge us into crisis again. We have to find ways to make the system more resilient to acts of omission - indeed, to make it robust no matter what the source of the problem. Almost certainly, the trigger will not be subprime mortgage-backed securities the next time aroung
La verdad es que es una explicación un poco desalentadora: errores, creencias emocionales y pura mala suerte son suficientes como para dar al traste con el sistema. Y además la siguiente vez no será con hipotecas subprime. A la vista de estas palabras no parece que estemos ante un sistema financiero fundamentalmente sólido que necesita algunos ajustes, sino ante algo mucho más serio.l

Laurence J. Kotlikoff lo caracteriza de forma extraordinaria en su Jimmy stewart is dead : el verdadero problema es que nos encontramos ante un sistema financiero sustancialmente inestable y basado en un mecanismo de funcionamiento perverso que permite perseguir ingentes beneficios privado aún a costa de incurrir de vez en cuando en insoportables pérdidas que son nacionalizadas.

En definitiva, el análisis del señor Rajan, meritorio y brillante en tantos aspectos, se ve mortalmente lastrado por la perspectiva ideológica que subyace detrás de todo su aparato teórico, y que tiene mucho que ver con lo que él mismo apunta en relación con la influencia de Wall Street sobre el gobierno americano:
I believe that when Wall Street alumni occupy powerfull positions in the government or the Federal Reserve, they do what they think is best for the United States. But what they think accords with their Wall Street training and with the opinions of the people they talk to - and these people also are all largely from the Street. Cognitive Capture is a better description ot this phenomenon than crony capitalism (pág. 181)
No podemos estar más de acuerdo en este aspecto, señor Rajan, aunque Wall Street podría ampliarse para incluir a las grandes instituciones de educación económica ortodoxa y los organismos internacionales que preservan el "orden" (¡qué ironía!) económico internacional. 



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