¡No son los riesgos, estúpido, es la incertidumbre!

sábado, 13 de marzo de 2010
El gran tema de nuestro tiempo, se dice a menudo, es la gestión de los riesgos, y de esta forma se contribuye a confundir el problema y poner el foco en lo accesorio (los riesgos) en detrimento de lo fundamental, la incertidumbre.
La incertidumbre ha estado presente en todo momento a lo largo de la historia de la humanidad, pero quizás podamos decir que es a mediados de los cuarenta cuando adquiere una nueva dimensión.

Dos grandes potencias se reparten el dominio del mundo y encuentran una forma de gestionar el riesgo de conflicto bélico bastante imaginativa aunque bastante loca (M.A.D.). De esta forma el mundo entró en un plácido equilibrio. No había ningún riesgo de guerra, se trataba solo de convivir con una brutal incertidumbre sobre la supervivencia de la especie.

Knight estableció formalmente la diferencia entre riesgo, como algo medible, e incertidumbre, esencialmente inmensurable. Sobre esta magistral distinción la experiencia reciente nos permitiría añadir que es posible que haya muchas más incertidumbres y menos riesgos de lo que creíamos.

Podríamos ir incluso más lejos y reformular los conceptos de Knight de forma que los riesgos serían  impactos adversos que, siendo susceptibles de ser medidos, no sabemos medir más que de una forma rudimentaria, mientras que caerían dentro del ámbito de la incertidumbre aquellos que por su propia naturaleza ni siquiera son susceptibles de ser medidos.

La percepción que tenemos de los riesgos es muy distinta dependiendo de su naturaleza. Parece que estamos mucho más dispuestos a correr el riesgo de quedarnos sin trabajo ni ingresos durante un largo periodo de tiempo (evento realmente destructivo sobre nuestras vidas y con una probabilidad relativamente alta) que a volar por los aires en un vuelo comercial como consecuencia de un pasajero suicida (evento con un impacto realmente definitivo sobre nuestra vida, pero cuya probabilidad es absolutamente insignificante).

Las diferencias de percepción constituyen una de las principales fuentes de poder político si se gestionan adecuadamente y permiten que se obligue impunemente a casi desnudarse  a cualquier persona en un aeropuesto a la vez que se permite, de forma igualmente impune, reducir la plantilla de una planta industrial levantada con subvenciones públicas.

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